La elevación de la acidez por el vino, sobre todo blanco, daña el esmalte dental, que necesita tiempo para recuperarse. Pero hay una solución: combinar el vino con queso.
El vino, ya sea tinto o blanco, es un componente esencial en muchas de nuestros almuerzos y cenas. Unas comidas que, con objeto de salvaguardar nuestra salud bucodental, deben concluirse con el típico cepillado dental –y el uso de hilo dental–. Sin embargo, y según muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico de la Universidad Johannes Gutenberg en Mainz (Alemania), quizás no es una buena idea usar el cepillo de dientes tras haber tomado una –o varias– copas de vino. Y es que la acidez del vino daña el esmalte, que necesita tiempo para recuperarse y no acabar siendo aún más deteriorado por el cepillado. Un efecto, además, que es más acusado con los vinos blancos que con los tintos.
Como explica Brita Willershausen, directora de esta investigación publicada en la revista «Nutrition Research», «nuestros resultados demuestran que los vinos blancos tienen un potencial erosivo mayor que los tintos. Además, y siempre teniendo en cuenta las limitaciones de un estudio in vitro, también alerta que el consumo frecuente de vino blanco puede conllevar una erosión dental grave».
Tal es así que, como refiere Damien Walmsley, de la Asociación Dental Británica (BDA), a propósito de los resultados, «esperar un tiempo antes del cepillado de los dientes da al esmalte la oportunidad para recuperarse del ataque ácido y lo hace menos susceptible a ser ‘barrido’ fuera del diente».
No cepillar
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores tomaron muestras del esmalte dental de 25 voluntarios con edades comprendidas entre los 40 y los 65 años y las ‘incubaron’ en placas de laboratorios llenas de vino –50 tipos diferentes de blancos y 50 clases de tintos– durante 24 horas.
Transcurrido el tiempo de incubación, los autores evaluaron las concentraciones de calcio a distintos niveles del esmalte, y según sus palabras, «la incubación de las superficies de esmalte con diferentes vinos ocasiona una pérdida del calcio tiempo-dependiente».
Y llegados a este punto, ¿el potencial erosivo es igual para todos los tipos de vino? Pues según el estudio, no. Es más fuerte en el caso de los vinos blancos. Y es que la elevación de la acidez asociada con su consumo permanece durante un período más prolongado que como ocurre con los tintos.
«Los vinos blancos tienen un potencial erosivo mayor sobre el esmalte dental que los tintos». Brita Willershausen
El resultado es que los vinos blancos tienen un impacto mucho más significativo sobre el calcio del esmalte y se asocian con una mayor pérdida de calcio a una profundidad de 60 μm.
Solución: el queso
En definitiva, el vino, sobre todo el blanco, daña el esmalte y hay que esperar varias horas antes de cepillarse los dientes.
¿Y no hay nada que contrarreste este daño? Pues sí: para evitar el deterioro del esmalte dental hay que combinar el vino con queso. Y es que el queso contiene mucho calcio, por lo que cuando se combina con la saliva neutraliza los efectos deletéreos del vino, ya sea blanco o tinto.
Como concluye Brita Willershausen, «la tradición de tomar diferentes tipos de quesos en el postre o en combinación con el vino podría tener un efecto beneficioso en la prevención de la erosión dental, pues los quesos contienen una alta concentración de calcio».